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La Madre Tierra nos llama nos pide para entrar en profunda comunión con la piel y el latido de la TIERRA, observando, caminando en silencio, escuchando sus mensajes y dejando que nuestra respiración se una a la respiración de ella y así, pueda sostenernos a través de nuestra espíritu y nuestro cuerpo desnudo que se desliza sobre la tierra, enraizada en nuestras propias vibraciones, en nuestros ritmos internos y en el profundo misterio bajo nuestros pies.
Comienza un precioso viaje de retorno a nuestra esencia femenina, conectándonos con nuestro vientre sagrado y nuestra sexualidad, para reconciliarnos con el útero sanador y creador de la tierra. Sumergiéndonos en nuestra AGUA sagrada, reconociendo el poder sanador de nuestras lágrimas que purifican nuestros pensamientos, honrando nuestras emociones y nuestra energía sexual, recordando que somos un espíritu impregnado de sacralidad y sensualidad, y desde allí, nos sumergimos en el precioso ritual de hacernos el amor a nosotras mismas fluyendo y amando nuestras aguas internas para poder ir profundo y ser entregadas en total placer, amor y confianza.
Despierta nuestro espíritu femenino, siguiendo nuestra naturaleza cíclica, escuchando nuestra sabiduría interna, fortaleciendo profundamente nuestro poder, nuestra magia, nuestra alquimia, nuestra intuición, nuestro cuerpo como templo, la mujer medicina, la sacerdotisa, la hechicera, la bruja, la mujer creativa, sensual, sexual, la mujer que danza al FUEGO y a su brillante espíritu, irradiando magnetismo y misterio para que arda el miedo, los apegos y el dolor y pueda mantener el altar de nuestro corazón encendido, invocando la pasión y el deseo que están dentro de nuestro espíritu libre y salvaje.
Respira el AIRE sagrado para entrar en comunión con el viento, para poder confiar en nosotras misma y sentirnos plenas y libres. Espíritu del viento que nos abraza y eleva junto a él, que nos enseña a danzar con el vuelo de las aves, que nos enseña a respirar y hablar con las flores y las plantas medicinales y a desplegar nuestras alas para disolverlas en el orden divino del universo. Inhalando y exhalando nuestro sol interior y reconociendo a través de él a la mujer que ama y vive en comunión con todos los seres de la naturaleza y con el espíritu de nuestros ancestros para descubrir la verdad de quien verdaderamente somos.
Nuestra sagrada desnudez, renaciendo y floreciendo nuestro divino femenino, suspendidas en un instante de belleza, hermandad y sacralidad, conociendo nuestra verdad más profunda, inspirando a otras mujeres para celebrar su belleza y su luz femenina innata. Nuestro corazón y nuestro cuerpo experimentan una dulce sensación de libertad, recordando nuestra sensualidad natural, sintiendo la gracia de sentirnos seguras y deseadas, sintiendo la piel y el latido de la Tierra a través de nuestro cuerpo desnudo: un acto de poderosa sanación, confianza para nuestra alma y valentía de poder manifestar que somos dueñas de nuestro propio poder.
Es el momento de volver a renacer desde el vientre de la Madre Tierra, confiando en su amor infinito, en su poder silencioso que nos recuerda cada instante que debemos ser amadas, respetadas y honradas como ella, y cuando decidamos amorosamente abrazar nuestras sombras y dirigir la luz del despertar y la sanación a nuestro corazón, a nuestro vientre y a nuestra sexualidad, estaremos listas para transformar y aceptar el compromiso de amarnos y honrar todas y cada una de las expresiones y manifestaciones de nuestro ser y de nuestro cuerpo sagrado.
Cuando estamos juntas podemos sostenernos, escucharnos, nutrirnos y darnos esa oportunidad de explorar el flujo de nuestras emociones y nuestros pensamientos, un precioso tiempo para reflexionar y ser conscientes de la belleza de nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Somos un círculo de hermanas que anhelamos expandir nuestra luz desde el centro de nuestra existencia, sostenidas por la naturaleza, mientras purificamos y creamos raíces fuertes para continuar caminando en el gran misterio que nos acompaña. Juntas creamos y nos bañamos en océanos de amor dulce y compasivo, que es tan necesario y que todas anhelamos. Volvamos a mirar hacia adentro, abrazando el sentimiento que brota desde las profundidades de la cueva de nuestro corazón. La puerta del Amor es el perdón y la gratitud y juntas podemos ayudarnos para dejar atrás el pasado, nuestros miedos y volver a renacer, siendo libres, salvajes y felices…